15.10.13

Metodistas

Cada cual tiene sus métodos.
Algunos escritores se relajan y se retiran al campo, pasan una vida de mierda y solitaria con picos de sensibilidad y un profundo sentido del autoconocimiento. Consagran su vida a lo que algunos aspiran a llegar con un lapso de meditación.
Cruzando las piernas en flor de loto.
La feligrecía capitalista y globalizante apunta a estos sectores de la mente del escritor huraño.

Juan Domingo Sallinger por ejemplo pegó uno o dos hits y se recluyó.
Como toda persona bien pensante tuvo una relación fría y distante, por no decir prácticamente inexistente, con los periodistas.
Los que mejor comprenden el funcionamiento del mundo están muy atentos a no alimentar la basura de la que hablan los periodistas.
Luego están los que lo comprenden y no pueden evitarlo.
Hace algunos días se supo que dejó 5 libros póstumos dejando pasar la fugacidad de la vida y los flashes de los trepadores, porque todos quieren trepar, el de la barra, los paparazzis, la mayoría de los músicos y los actores, los que tienen guita y no saben qué hacer de su vida, los que tienen una radio de izquierda, las modelos, los fisicoculturistas y los que toman merca para ser como los demás.

Hay otros artistas, el bueno de Nick Cave, que dice levantarse todos los días temprano por la mañana cuando es época de siembra y trabajar hasta pasado el mediodía. De forma insistente frente al piano, con un cuaderno, aunque no tenga nada para decir. Con el tezón del artesano o del investigador científico.
La forma no es una preocupación para él, como tampoco lo fue para Atahualpa, ni para Dylan ni para los Radiohead.

Spinetta, un obsesivo innovador formal, armaba todas las músicas en forma instrumental y luego se sentaba a fumar y escribir. Cada etapa de su carrera se relaciona con sus lecturas, con su ideología cambiante. Con distintas oscilaciones esotéricas o humanistas.
Charly dice que canta en inglés cuando compone y que después utiliza esas melodías y escribe en nuestro idioma.

Cada cual tienen sus métodos y sus asuntos. Sus colores y sus trazos, sus días y sus noches.

El cipayo era un soldado indio que trabajaba para el ejército inglés.
Como todos sabemos, la India fue una histórica colonia británica donde los ingleses aplicaron las mismas recetas ecónomicas que aplicaron acá y en el resto del mundo. En Jamaica, por ejemplo, Isabel II sigue siendo la reina.
Algunos términos han ido significándose a lo largo de la historia y han servido para definir situaciones de la vida moderna. Autoritarismo significaba una cosa a mitad del siglo y otra significa ahora.
Antes los intelectuales eran una cosa y los periodistas eran otra.

El lunfardo por su parte hizo lo suyo.
La vida es una gran vidriera.

El cipayismo reivindica servilmente los valores ajenos por sobre los propios. Y lo que lo define es la funcionalidad a los intereses, en aquel momento colonial de los opresores, en este momento globalizado de los capitalistas.
No celebrar el 12 de octubre es un cambio paradigmático. Hermoso.

El conglomerado snob moralista que sostiene el discurso de la derecha, en internet, en la vida pública, en los medios de comunicación, en las universidades y en las embajadas profesa reivindicaciones de un estado de vigilancia permanente a sus ciudadanos, típico del modelo de vida europeo, liviano y lavado como la cultura que ellos emanan, propensa a los psicofármacos y a la supremacia de los blancos por sobre los mestizos, impulsada por un enorme y falso sentido de la evolución, donde sus ciudadanos han caido en la peor de las desilusiones: la apatía total y absoluta frente al bienestar que ostentan, la desindicalización de sus sociedades y la incapacidad de generar cuadros de rebeldía.
La inseguridad no sólo le dió fundamentos a Hollywood para crear fascistas simpáticos.
Hay sólo dos clases de políticos. Los que llegan por su ideología y los que llegan por los intereses que representan.

Los periodistas se mueren por tocar. El que siempre está hablando de códigos es el mafioso.
El que siempre habla de altura moral se está preguntando todo el día qué está haciendo de su vida en esa redacción, en ese burócrata mundo de los opinadores.
La propaganda manda cruel en el cartel.

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