9.8.12

niño sìndico

El imperio nacional... que sueño tan preciado...

El riesgo de convertirnos en nuevos ricos siempre va a estar, esa decadente forma de mirar el presente con la voràgine de querer pertenecer. Pero de ninguna manera seremos uno de esos imperios insaciables, que van a voltear gobiernos ajenos, que obligan a sus ciudadanos a tributar para pagar la bomba atòmica, que hacen pelìculas y series para conquistar no sòlo nuestros ojos sino tambièn la mente de nuestros librepensadores. No sòlo para decirnos còmo son las chicas lindas sino tambièn para decirles què se tienen que poner.

Criticar al kirchnerismo ha sido en los ùltimos años una pràctica clandestina para los que soñamos el sueño de la emancipaciòn bolivariana. 
Entonces no nos hemos permitido salir a decir liviandades como que si un paìs crece como crece este deberìa plasmar su crecimiento en una olimpìada. 
No nos hemos permitido decir que el fracaso de nuestro fùtbol es la decadencia de la matriz ideològica de nuestro fùtbol. Que eso de las sociedades civiles es un pantano donde los capitalistas apuestan y los clubes son simples vidrieras. 
Los peronistas van y llevan su buena nueva indiscriminadamente. Invierten montones de dinero en megamuestras y en miles de talleres y de actividades recreativas y en publicidad. 

La pasiòn es la virtud del peronismo. La optimizaciòn y el aprovechamiento màximo de los recursos, en cambio, no. 
Los cajadegomistas sabemos bien que para anteponer un ideal a una acciòn hay que tener màs que nada tiempo para pensar. Y tambièn creemos que para algunas cosas es bueno anteponer ideales y para otras no. 

Vivir preocupado no puede ser parecido a vivir mejor. Combatir al placer con filosofìas tampoco. 

Para el peronismo el ideal y la acciòn son la misma cosa. Y allì tala como ninguna otra su filosofìa.
Ellos te revolean el dinero para que vos vayas y te la gastes toda. Entonces aumentan los sueldos, las jubilaciones, el empleo y los productos. Los capitalistas tambièn quieren sentir que ganan màs. 

Los sindicatos son poderosos porque asi lo quiere el peronismo.
En Inglaterra, por ejemplo, Margaret Tatcher se dedicò explìcitamente a destruirlos. 

Aquì hay personas que reivindican las viejas izquierdas europeas cuando en ese continente el estrepitoso y contundente fracaso de las izquierdas està reflejado en la completa desindicalizaciòn de sus sociedades. En la apatìa masiva con la que enfrentan el circo neoliberal. 
 
Los trabajadores del subte parecen ser los ùnicos que puden realmente desnudar la incapacidad del macrismo, las continuas pruebas de ineficacia y su completa falta de amor por el pròjimo. Permitir que en una ciudad asì de atizborrada, asì de llena de gente, de trabajadores que van y vienen y te ponen la moneda en el molinete estè asì de colapsada es inexpliclable.  
Y que nosotros los porteños permitamos que el pro haga publicidad en el subte a cambio de hacerse el boludo todo el dìa es igual de inexplicable.

Si Macri continùa en su postura y los trabajadores del subte en la suya, es muy probable que la opiniòn pùblica se comience a fastidiar con los sindicalistas. 
Eso tampoco nos debe pasar.

Debemos construir un nùcleo duro.
Un nùcleo de grandes acuerdos, del capital al servicio de la mayorìa. Un nùcleo donde nuestro corazòn argentino lata fuerte y saludable, donde los jòvenes lean con pasiòn a nuestros autores y canten con amor nuestras canciones. 
Si los hombres somos el ùnico animal que toma leche hasta despuès del perìodo de lactancia, y encima ni siquiera de nuestras madres, y encima ni siquiera de nuestra propia especie entonces llenemonos de preguntas. Que es lo que sabemos hacer. Preguntas.

El pàjaro jamàs habrà de preguntarse si està bien volar y si el hecho de que nosotros no volemos lo hace peor que nosotros. Continuarà volando libre. Como el sol del 25.