8.2.12

la cereza del zar

Mucho se discute en Almagro, en los distintos recovecos y ghettos del barrio, si el tango es o no materia muerta. Si el tango està vivo o està muerto.
Ninguno de los bandos se dispone a discutir si la llama de la tradiciòn se mantiene viva o no: nadie puede discutir a las personas que hacen. 
No se puede decir que tal o cual es un fantasma. No se puede decir que aquel al que adoran en Japòn es esto y lo otro. No se puede decir que tanto amor por Piazzolla es como apoyar la revoluciòn libertadora. 
Un viejo iluminado con un farol y nada màs que un farol me dijo "nene, siempre hubo putos en el tango".
Y me mostrò una estampita con la cara de Mariano Mores.

Los que dicen que el tango ha muerto estàn tratando de decirnos que han muerto aquellos maravillosos pioneros, aquellos fundadores, esos monos que todo lo han inventado, con su elegancia y su sabidurìa, con su percepciòn astronòmica de las verdades del varòn de Buenos Aires. 
Muerto Di Sarli, muerto Pugliese, muerto Troilo. 

En Buenos Aires las ideas de Europa nunca tardan en picar. 
Y los colores de la televisiòn dejaron de pintar los acordes del tango.
El pelo largo y los Beatles. 

Acaba de partir rumbo a una curaciòn definitiva, segùn sus propias palabras, nuestro querido Luis Alberto Spinetta.   
Haremos una estatua suya sobre sus canciones. Sobre el gran monte de lùcuma donde miles de argentinos nos pusimos a imaginar alguna vez. 

Acaba de partir tambièn por primera vez uno de nuestros primeros mùsicos de rock. 
Y eso es todo un sìmbolo para todos aquellos gorilas que afirman que el rock muriò. 
Porque nosotros sabemos que mientras los Rolling Stones sigan tocando nadie podrà sostenerse en ningùn ring por màs de 5 minutos. 

Spinetta, como el tango, fue un hombre que se encerrò frente al avance de la globalizaciòn y la modernidad. 
Se encerrò en su propio reducto y desde allì se mantuvo elevado, como la luz de un faro. 
La ùltima vez que lo vì pensè que le estaba faltando un churrasco cada tanto. Un bife con papas, una comida màs polenta. 
La ùltima vez que vi a Jazmin de Grazia pensè que le estaba sobrando rivotril. 

Nadie en Almagro dudarìa jamàs que es mucho màs peligroso un rivotrilero que un cocainòmano. 
Miren como nos dejaron a Garcìa.