4.5.09

centenario.

Habìa una vez un pato, que atràs de la pata andaba.
Al ver que se demoraba, se echò a dormir un rato.

Al rato...

Cayò otro pato, que atràs de la pata andaba.
Al ver que se demoraba, se echò a dormir un rato.

El pibe que vende panes rellenos dà vueltas y y se acerca a los grupos, a las familias, a los niños y a los abuelos, al del stand de La Lucha No Violenta. El pato te mira con ganas de que le tires una miga. 

Y vos que pegarìas un Pan Relleno de vida para darle a ese pato copado y tan macanudo. 

El folclore de buenos aires debe ser una mùsica de madera, que atesore inmensa soledad en formas inmensas de diversidad. Porque hay lugar para muchos y los todos esos estàn ahì dando vueltas a este parque gigante. 

Tiene rejas, antes (cuando todavìa no tuve que irme al exilio) tu hogar era un sitio màs amable.
Me acuerdo que jugamos en Natal a que sabìamos bailar y tambièn me acuerdo que me cuesta hacer memoria de algo que no vivì.

Al ver que me demoraba, se echò a dormir un rato. El pato esperaba a su pata y puso la lupa donde nadie miraba. Al rato, cayò otro pato.

Que atràs de la pata andaba, al ver que se demoraba, se echò a dormir un rato.
Al rato, se prendieron los focos de la tarde. 

Vinieron caminando los Guardias Urbanos (que en la leyenda del minotauro son asì: les pasan el dato de quièn fuma y quien tiene gripe al Sangre Azul, el Sangre Azul impone miedo y juntos van a festejar un billete que no es tanto premio)  dijeron "es hora de retirarse".

Y se cerraron nomàs, las puertas del parque. La laguna de los patos duerme adentro, mientras en el pedazo de nada todavìa no hay nada.

Al rato, cayò otro pato, que atràs de la pata andaba.
Al ver que se demoraba, se echò a dormir un rato.

Al rato...