30.10.08

con la negra no

Llegò saliendo de la ciudad sin ser visto. Estacionando el coche cerca del parque Pereyra Iraola. La ruta habìa pasado breve entre un cassete viejo de los Smiths, un poco de mate y una tuca materialista.
Dos cafiaspirinas para apacigüar un poco la congestiòn del cerebro.

Sorprendido por la velocidad de la nueva ruta Buenos Aires-La Plata, encandilado frecuentes veces por los millones de tipos que entran cada mañana a la ciudad.

Eran de a miles los carros que ingresaban, manejaban lento ya, sobre todo a medida que uno se alejaba de la Capital.

Detuvo el coche, bajò el termo y los cigarros, volver a ver a Rulfo era algo nervioso.

Rulfo apareciò enfundado en un largo Pierrot. Con un chambergo cuyo ala le tapaba gran parte del rostro. Nadie parecìa poder verlo.

El presidente recièn lo divisò cuando èste estuvo sentado a su lado, en el banco verde entre el pino glasè y el arbusto del matafuego.
Allì donde habìan pitado cigarrillos por primera vez.
Allì donde conocieron a Federico Moura y al Indio Solari una noche platense de hace miles de lunas, que culminò con un vino de cartòn y un cover de Pescado Rabioso.

-Que haces, papà.-
Se atragantò con el humo al escuchar a Rulfo.

Soltò una risa y lo abrazò. Se rieron un poco sin mediar motivos.

-Boludo...donde estàs...la concha de tu madre...aparecès asì de la nada...hijo de puta...-

Rulfo lo mirò largo y tendido sin decir nada.
Meneò la cabeza y le pidiò un pucho.

-Dejè, ahora fumo faso nomàs-

El presidente riò y le pasò un pucho.

Se quedaron mirando para adelante un rato, fumando en silencio, como al final de las noches largas de caravana y bar, y bar o caravana.

-Me llegò el comentario de lo que pasò. Arrancaste nomàs...
-Si. Saliò bastante bien. La prensa recojiò el guante, por lo menos en la zona.
-Tengo listo todo.

El presidente lo mirò.

-Comprè los 5 puestos de diarios de los 3 pueblos en los que quedamos. Tengo las màquinas. Se acaba de jubilar el ùltimo de los 15. Puedo venderles los mismos diarios que salen acà pero todos reescritos sin que nadie se dè cuenta por 1 mes. Despuès no sè si puedo aguantar la movida.
Los canillitas son todos de la camada 2001. Los egresados esos que nos hicieron un bardo bàrbaro a la salida, los que cagaron a palos a los del Huergo, ¿te acordàs?

-Uh, no te la puedo creer...

-Mirà, si todo sale bien en un año tenemos que irnos a la mierda. Voy a ir a buscar a Rumy. Me la voy a llevar, estuve pensando y...
-Parà...no jodàs con la negra. Bastante la estàs haciendo sufrir...
-Se muriò uno de los pibes el otro dìa, ¿me estàs jodiendo?

El presidente callò en seco.

-Sabìamos que esto podìa pasar. Pasò. No me pinches con eso... no fue fàcil para nosotros...se respira un aire raro allà...tenemos que estar juntos...que se yo...

-Estaba en el galpòn cuando brindaron los 8 que quedaron, estaban echos mierda los pibes. Me putearon bastante, uno me quiso acuchillar cuando brindè con ellos.
"Vos tendrìas que estar muerto". Eso me dijo. Me fui, boludo, me fui y caì ese dìa de puta casualidad. El galpòn me trae recuerdos, me hace acordar a la negra. A las mañanas venenosas.

-Rulfo, vos me dejaste en pelotas. No me dijiste nada si seguìas o no con lo que habìamos hablado. El plan contaba con tu parte, pero no sabìa nada si ibas o no ibas. Rumy no sabe nada, los pendejos me preguntan.

-Listo papà, te dije que yo no seguìa con esa farsa anarquista. Te dije que no pensaba seguir sosteniendo la comodidad. Me pediste que estudie al peronismo y me fui, lo hice, te preparè un informe, dos informes, me los cajoneaste, me decìas que no, que no podìa ser. Te dejè el sobre.
Rumy te lo tuvo que haber dado. Este tiempo me dì cuenta que solo existen 2 tipos de anarquistas, los funcionales a la derecha y los funcionales al peronismo, asì es acà y punto.
Vos y yo sabemos que la ùnica manera de sembrar sensibilidad es con cultura y eso vamos a hacer.

-No jodàs con la negra, es lo ùnico que te digo. Vuelvo. Tengo que volver antes que lleguen los pibes. Es raro que ya no estè allà. Rulfo, te quiero hermano, tenemos que estar juntos en esta. En unos dìas tengo que hablar con vos de nuevo.

-No nos veamos. Mandame un mail.

-Ok, te escribo mañana. El tema de los judìos. No sè bien còmo hacer. Es jodida la cuestiòn.

-Chau.

Rulfo se parò y le estrechò la mano al presidente, caminò entre los àrboles y se perdiò. Como hacìa cuando se pudrià de dar vueltas y no hablar, cuando ya era de dìa y la noche habìa pasado. Cuando las 5 de la mañana eran una bendiciòn, al lado de la enorme probabilidad desgraciada que traìan las horas venideras, si seguir despierto en vano era la cuestiòn.