14.2.14

daft bang

Creo haber perdido de vista ya la diferencia entre una pantalla y una realidad. La distancia se agiganta, me preocupo, fumo, luego existo, me baño y salgo corriendo a conseguir dinero, para las cuentas, para los platos, para el alimento y el vicio.
¿Serán capaces de dejarme sin agua?
¡Tendré que hacer un hueco en mi rodilla cual coco e insertar una pajita y sorber hasta recuperar la hidratación!

Alguna protección gubernamental debe existir.
La realidad no puede ser tan cruel.

Miro lo que fui y me reconozco. Cuando la democracia por vez primera me citó al cuarto oscuro voté por Alfredo Bravo.
Soy jóven, de alguna forma.
Mi primera esperanza blanca fue el Socialismo Nacional. No conservo para mi motivos por aquella pueril elección. A determinadas edades uno simplemente vive y elije como reflejo.
El tren de los años es uno que sólo va para adelante.
Puede sufrir algún descarrilamiento y así y todo continuar su andar.
Hoy, antes de votar al Partido Socialista, simplemente me quedo en mi casa sintonizando chimentos o al bueno de Santiago del Moro, ese muchacho tiene algo que Binner no tiene.
Imposible imaginar al santafecino hablando de algo acalorado.

Bravo había tenido un rollo con la dictadura; no hacen falta los datos fácticos, la realidad hoy en día es explicada por personas que no saben nada de lo que hablan pero hablan: en facebook, en la televisión, en la radio.
Había sido candidato a presidente de River y había perdido.

Falleció a los pocos días de aquella elección.
Mi primer candidato y no tuve tiempo de evaluar mi voto. Dejé de votar muchos años.
Ni siquiera voté contra Macri en aquel ballotage con Ibarra, creía, como muchos creen hoy sobre las posibilidades presidenciales del bostero ese, que era imposible que algún día sea Jefe de Gobierno de esta ciudad unitaria y elitista que no logró lo que sí logró Uruguay para sí, separarse de toda la negrada del interior.
El kirchnerismo y su gran bati señal llegó algunos años más tarde.

Culos por todos lados, feministas indignadas. Realidades paralelas.
Un mundo de depravados mostrandose en bolas por ahí. Moralistas encerrados detrás de sus anteojos y su masturbación predilecta.
Militantes me interrumpen, cuando como, cuando quiero a mi presidenta, cuando intento con enorme esfuerzo encontrar motivos.

Antes de ayer vi una carroza impresionante desfilar por avenida Corrientes. A la altura de Callao. Donde esta la disquería.
Era como uno de esos trencitos de la alegría, pero de dos pisos.
No estaba el Hombre Araña ni ningún combatiente de la inseguridad.
No había nadie que velara por la seguridad de esas pobres chicas que se estaban por recibir del secundario.
Tuve dudas y tuve miedo, con tantas muertes que uno ve por ahí, tantos papeles de diarios cubriendo cuerpos, tanta corrupción y tanta hipocresía... o por lo menos eso parecía desde afuera...
Quise llamar a un periodista.

Me subí a mi moto y la seguí a ver a donde se dirigían con esa música electrónica divertida y esa alegría tan típica de la clase media norteamericana que en las películas sale de joda, se escabia manejando y termina atropellando a algún pescador o ex convicto o algo peor, un recién vuelto de Irak, traumatizado con el servicio que ha rendido a su patria.

La vida de los demás me importa sólo cuando estoy aburrido.
Ese día estaba aburrido.

Se notaba que estaban bebiendo, a la altura de Montevideo me pude poner de costado, había mucho tráfico y era difícil saber qué estaban tratando de festejar esas chicas de ese modo. Logré ver que había dos tipos con cascos, como de astronautas.
Dije claro, no está el Hombre Araña pero está Daft Punk.

Un poco me tranquilicé, la estupidez del mundo estaba salvaguardada.

Desde entonces intento escribir.
Miro la pantalla y estoy confundido, solo veo policías y farsantes políticos.
Y pienso en el Pelado Cordera, como en un trineo vestido de Papá Noel.
La bomba loca... la bomba loca le deben haber dado esos de Daft Punk a esas pobres pibas...

¡Gang Bang!

La realidad y el mundo se dan la mano en pocas ocasiones, frente a pocas situaciones.
La adolescencia no termina nunca para la música de esta época.
Madonna es una mierda, hay que hablar sin pelos en la lengua.
Me vienen a romper las pelotas con la trata de personas y se compran los discos de esa mina.
Encima le echan la culpa a Tinelli.

El arte tendría que ser un prisma, no un culo de botella. Moria Casán dijo que las cosas geniales dan en el centro mismo de la mediocridad.
Adhiero con la misma adhesión con la que puedo respetar un verso de Discépolo o un grupo de acordes de Luis Alberto.

Ahora las bibliotecas están en las discotecas y las revoluciones son bailables.
Algunos por zonzos y perezosos quedarán afuera.
La elite quiere todo para ella, la cumbia, el reggaeton y a Daft Punk.
¿Alguien conoce un DJ nacionalista por lo menos?
Un tipo nomás, uno que se preocupe por algún tipo de entidad original.

Michael Jackson es otro cara de verga.
¿Para qué hablar con propiedad en este mundo de opiniones confusas, en este mundo que celebra lo apolítico?¿Valdrá la pena levantar banderas si la música bailable de este siglo no tiene un carajo que ver con el tango?

Miguel Abuelo decía que él siempre entregó sus banderas, para que las lleven los demás.
Valdría la pena intentarlo.

2 comments:

lexi said...

:)

Anonymous said...

Suerte !! (Get Lucky diría Daft Punk)