10.12.13

una gorra y un chumbo

No hace falta ser un genio ni un paranoico, cosa que en algunos casos se da en simultáneo, el tipo es tan sensible que se vuelve desconfiado de todo lo que lo rodea.
Un amigo dice que nunca hay que subestimar el poder de negación de un padre o de una madre.

Tampoco podés subestimar el poder de negación de un tipo que mira a Lanata, que compra noticias por Internet y que vive obsesionado con la corrupción y la alternancia boba de la democracia.

Sin embargo debemos estar seguros que hay personas que prefieren que nos gobierne algo peor a esto simplemente porque se sienten raros o inadaptados o porque no llegan a la profundidad de asumir una idea como propia. De asumirse como parte de un colectivo.
No creo que nadie en su sano juicio pueda proponer algo mejor que el kirchnerismo para gobernar este país, este momento de la historia y esta tradición nacional.

La teoría de la derecha y de muchos conservadores que no se sienten de derecha e inclusive quizás puedan proclamarse y golpearse el pecho con el progresismo como estandarte tiene su primer ladrillo en una pared.

Ese ladrillo dice que el golpe militar fue una consecuencia del odio visceral entre dos facciones ideológicas de nuestro país.
Esta argumentación cimienta el mismo desprecio con el que se ningunean los intentos desestabilizadores a la democracia argentina.
Sin meternos en Honduras y en el intento de golpe a Correa. Sin suponer si quiera que todos los quilombos que tuvo Brasil durante la Copa de las Confederaciones fueron manijeados por las redes sociales.
Sin decir que en Venezuela no existe la oposición, porque Chavez los mandó a matar como le gusta repetir a los loros del sistema.

La teoría de los dos demonios asume como propia la condición periférica de Argentina. Desacredita la posibilidad de enfrentarse al capitalismo internacional. Es la mentalidad de provinciano de las elites.

Aquí en Caja de Goma y en los lugares donde las personas tienen sentido común, de pertenencia, en resumidas cuentas, son buenas personas que quieren a la comunidad que los rodea, a sus familiares y al suelo al que pertenecen, el demonio es uno solo:

El demonio es ese escritorio donde dos tipos arman un buen negocio que necesita dos diputados en ocho paises, una campaña de prensa y algunos tipos armados.
Pueden ser militares, pueden ser policías. Pueden ser periodistas.

La muerte es una forma de vivir.
¿No creen?
El fantasma de la guerra civil. Los pobres contra los pobres. La violencia que propone y la violencia que ordena en un plato que se sirve caliente: que parece rico y práctico.
Cuando uno se roba un bebé no es un demonio. Es un hijo de puta.
Y un hijo de puta no es lo mismo que un tipo con ideas.

Un tipo de izquierda no puede permitir que le organicen el caos.
No hace falta ser un paranoico para preocuparse en Diciembre.
La pasividad es la forma más triste de la violencia. El abandono, dejar morir.

No podemos seguir aceptando el discurso de que las diarreas sociales que agitan el mundo y son organizadas en Facebook son organizadas espontáneamente por las ciudadanías.

Creo que hablo con gente inteligente.
Esto es como el capitalismo: tardamos 150 años en darnos cuenta que si nos endeudábamos toda la vida nos iban a coger desde arriba de la luna ida y vuelta, iban a poner y sacar a nuestros presidentes, iban a boicotear y a estimular nuestra economía.
Tuvieron que matar a nuestros militantes y a sus hijos para que nos demos cuenta.

Debemos restringir de inmediato la utilización de facebook. Prohibamoslo, la tibieza no tiene parangón en ese escritorio donde a alguien le conviene que hoy tengamos muertos y todas las casas de ropa de deportiva del país en llamas. Todos están locos por Messi.

No debemos gobernar nunca más para la clase media.
Todo bien.

Ellos cambian de idea por el profundo sentido de desarraigo espiritual que atraviesan, por las miles de horas que pierden de su mente en sitios de internet de los estados unidos, mirando series que no le son propias, consumiendo ideologías falsas, construidas para asumir la violencia, la gordura, andar calzado.
No tiene títulos de nobleza por los que luchar, ni campos por los que boicotear un gobierno.
Ahora tuvo que venir el Papa Francisco para devolverle una ilusión pedorra.

En los países desarrollados, ni siquiera votan.

Aquellos que siguen festejando el 20 y el 21 de diciembre del 2001 deberían preguntarse sino habrán sido los primeros pelotudos en dejarse comer la cabeza por los medios de comunicación que propagan los disturbios.
Con las cosas que pasan deberían preguntarse si está bien festejar que se vaya un presidente.
Con las cosas que han pasado.
Con las cosas que dicen los taxistas.

No hace falta ser un genio para unir las puntas en esta constelación.
Hace falta mucha mala leche para no ser paranoico.

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