11.12.09

fe de ratas

Este fin de dècada encontrò a la polìtica combatiendo con las empresas por el discurso de los periodistas.
Como si estos fueran ni marioneas, seres inanimados incapaces de sentir la obligación de dejarle al mundo una impresión, una verdad, un pedazo de corazòn, un gramo de algo que haga algo por algo.
El Estado peleando a las corporaciones el discurso de gente que estudiò, hizo su terciario, y es idònea en su profesiòn.

Hay algo profundo en esta contienda.
Mucho màs profundo que hablar de la màs linda de todas, Cristina, y la otra vieja fea, Ernestina Pim Pam de Noble.

La comunicación es un fenómeno de extraordinario poder persuasivo. Los pueblos y en ùltima instancia, las personas, se ven casi subordinadas vaya uno a saber por què extraño conjuro de la psiquis a moverse de acuerdo a lo que el entorno le ofrece con insistencia.
Sea un nuevo idioma para alguna parte de la historia.
Una nueva fè, ahì nomàs. Sea una diviza punzò.
Sean tal vez Los Beatles vendiendo productos de arroz en el programa de Rial. O la invenciòn de la violencia de la mano del Punk Rock.

El motivo que empuja a la polìtica a intentar ejercer el mismo nivel de presiòn informativa en la mente de todos nosotros es la soberana importancia que esta actividad, la de vender cosas, ideas, partidos, leyes, chicles para besarse, push up o nuevas obras de teatro en gran despliegue de acciòn y tiroteo, tiene en el dìa a dìa de los seres humanos.
Es ya imposible dirigir al mundo si al mundo lo dirigen millonarios a travès de diarios y bombas de ficciòn y realidad destinadas a generar conflictos en la vida pequeña de los habitantes, y en pos de un macro desarrollo polìtico real y concreto.
Conseguir que algunos precios suban y otros bajen, tal monigote me cae mejor que este goloso zurdìn.

A las personas les importa mucho algunas cosas y poco otras.

La polìtica no importa mucho. Es una cosa que uno define con muchìsima menos dedicaciòn que cualquier decisión en el plano de lo laboral, lo afectivo, ni hablar cuando se mezclan las cosas.
La gente recibe una información, procesa lo necesario, saca una frìa conclusión y opina, vota, hace polìtica en los bares o ni siquiera.

Los muchachos del GBA lo hacen con el peronismo y las viejas de mierda de Barrio Norte lo hacen con cualquier cosa que vote por destruirlo.

Como a todos los temas que interesan al conjunto de los medios de comunicación ha ido siendo cada dìa màs banal en su trata, el foco son las nimiedades y los rumores de pasillo, a las personas que se involucran en estas actividades les importa tanto la pose en la foto y el titular como realizar con hidalguía y altura la tarea que han elegido como profesiòn.

Pienso en el fútbol y veo un juego pobre, un montòn de pelotudos hablando pelotudeces y nunca hablando de fútbol. Jugadores amigos de periodistas que van a contarles las intimidades para conseguir algo, un buen punto, o que rajen al tècnico. Versiones y contraofertas, digitaciones en el mercado de pases.

Pienso en la mùsica y veo un montòn de mierda en las revistas. Revistas que no hablan de mùsica y sòlo hablan del peinado del mùsico y de la minita que se viene garchando el ùltimo mes.

Pienso y me pregunto cuanta influencia tendrà el Presidente de una Naciòn, sea cual fuere, en su propia imagen pùblica.
Si esto no es al final una construcciòn de los medios, es el capricho de lo que se quiere decir y ver y hacer sentir.

Yo creia que de amor se hablaba en primera persona y que de polìtica en tercera.
Y por ùlitmo, de la patria en primera del plural. Siempre en nosotros.

Al final no se si ese no es sòlo un priurito del espirtu periodìstico de escritura.
¿Què pasarìa en el mundo si las personas que tienen el poder y el derecho de escribir para el resto de las personas hiciera una total evaluaciòn de hasta donde corresponde meterse e influir y hasta donde el aire se enviciò?

En mi caso, podrìa enumerar situaciones complejas que últimamente me han sucedido. De relaciones que se han visto comprometidas por cosas aquì dichas. Y momentos en los que me pregunto si vale la pena este placer. Y me han dicho hijo de puta como yo le digo hijo de puta al periodista ese.

Por supuesto, como este es un medio independiente, solitario, de sangre y microchips, los platos se pagan, siempre.

Yo puedo defender a ultranza mi derecho a la libre expresión de mis ideas. Puedo defender la posibilidad y mis ganas y mi amor por utilizar los recuerdos para construir algo màs, algo que me quede a mi de todo eso. Puedo declararme inimputable por estar algo desequilibrado y sentir una fiebre expresiva que es casi un grito de auxilio por momentos, una forma de respiro.
Puedo decir que Gracias a Dios y a los Buenos Millonarios, Google me dà este placebo.
Y es gratis. Amèn.

Pero sin embargo, tengo que juntar los platos, explicarles a las esquirlas que hay cosas que por ahì no versaron sobre eso que vos pensaste que versaba, era yo hablando con la pared. Esta pared tiene muchas dimensiones y se proyecta para afuera, porque yo tambièn quiero ser moderno, en serio.

Y ahì, cuando te encontràs haciendo una campaña de prensa por eso que tanto te gusta, te gustò o te dejò de gustar, sentis la pequeña identificación con los comunicadores de nuestra sociedad, los jueces de nuestras costumbres, los verdaderos creadores de moral y ètica. Los periodistas.
Los que juzgan a todos y no son juzgados por nadie. Los que de su burbuja hicieron un gran mundo para todos.
Andan indignados, por que no se les concede una charla, una palabrita, nada. O porque Maradona los trata mal.

Los artistas tienen que tratar a la polìtica con la altura necesaria. El arte es una cosa muy seria, tanto como la polìtica. La cultura de una època, de un paìs se construye entre fenómenos polìticos y fenòmenos artisticos.

Eso es muy importante.
El arte no debe nunca estar al servicio de los intereses ni de la polìtica ni de la economía. Debe continuar su camino, haciendo su trabajo en la mente de las personas.

La polìtica se ocupa de conservar. El mayor logro que un polìtico moderno, dadas las reglas del juego, es el de poder acumular la mayor cantidad de poder para poder asì conservar eso que le da la posibilidad de ser importante y tomar decisiones cruciales.

Y el poder, en ùtlima instancia, es la impunidad.
Una persona que tiene poder es impune. El buen o mal uso de la impunidad estarà siempre directamente relacionado con la prolongación del poder en cuestión.

Los periodistas, quienes no reaccionan y siguen arriando a la gente a un mundo fòsil y aburrido, violento y vengador, son como esos policìas que no han terminado ni la primaria y ahì estàn con un arma y un coche, listos para salir a pedirle explicaciones a cada persona que quiera hacer uso o desuso de su libertad de la manera que le parezca.
A mi no me importa el que le dà de comer. Me importa el mono.

Los medios independientes como este, a mi juicio, son de un potencial de subversión interesante.
Esto es una exageración.
Pero suena bien en mi cabeza. Si algo me hace sentir escritor es la exageración total de los sentimientos y las ideas.

Los que escribimos para nada y para nadie, sin esperar nada, sòlo podemos sufrir tristes o felices modificaciones de nuestro entorno, producto de lo que es hoy dìa y para todos la Internet. Podemos apuntar los cañones a generar medios que confundan constantemente a las personas, al mostrarse un abanico tan enorme de verdades, vivencias y soluciones y realidades, de amores fatuos y opiniones algo desubicadas, nadie sabrà a quien creerle y por ùtlimo sòlo gustaran de aplicar la propia experiencia ante todo, la intuición.
Imaginen si pudieramos votar polìticos simplemente por lo que uno ve en la calle y en su barrio.

Yo propongo una revoluciòn en ese sentido, hacia allì hay que apuntar el cañòn de la anarquía. Los anarquistas estàn demasiado tiempo pensando en esas cosas sin soluciòn. Sacando conclusiones muy vagas sobre asuntos ya determinados por el paso y la fuerza de la historia.

Generar un producto comunicativo sincero y despreocupado es un ideal a considerar.
Una comunicación sin intereses nunca es una comunicación.
Ni el màs puro de los hippies puede decir que hace su canciòn para èl y por el amor puro de eso.
A èl le gustan los aplausos y las risas de las niñas después de su canciòn.

Bien, finjamos eso, al menos.
Finjamos que todo es por la cultura. Finjamos que la prioridad es informar. Finjan que lo que importa es el bienestar
Tal vez tengas que mostrarme tus cartas.

Y sentir eso que se siente cuando uno anda medio en bolas por la casa.
Yo a veces me cambio y me olvido de que la ventana da a la calle.

Me quedo un rato en culo buscando una soluciòn a uno de los grandes dilemas de mi vida. La ropa sucia, còmo hacer con ella, donde ponerla, que esperar.
Esto no le interesa a nadie.

Pero es importante decirlo ahora.
Ahora que Noviembre finalmente terminò.