Todo ser humano necesita pertenecer. Ser parte. Llegar a un lugar, apretujarse entre los pasillos de arena, estirar la lonita. Si hay un tacho de basura al lado y toda la tarde va a tomar un tufo imprevisible (porque el viento de la costa tiene esa cualidad) y el mate, el bizcocho que acompaña la claringrilla se va a pudrir, pues no importa.
No importa porque es natural. Natural como pelear contra el prójimo, por amor o religión o simple descarga egoista. Natural como el florecimiento en primavera y los primeros dientitos de leche de los bebés.
Acaso los mejores seres que habitan el planeta. Los puros.
Los que no tienen motivos.
19.1.07
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