Donde hay algo para ver hay una ventana antes que guarda cierta distancia con la hoja en blanco.
Los escritores deben necesitarlas para poder escribir. No se puede agarrar la pluma o el teclado directamente desde el centro de la acciòn, ahì donde la experiencia nos envejece con su riqueza y el tiempo nos encierra contra la misma pared de siempre.
A lo lejos suenan los cuernos de una guerra que son miles de guerras. Las personas discuten pormenores, se sacan y se ponen pecheras, compran y tiran sus diarios, hacen miles de asados los carnìvoros, con las noticias de la corrupciòn, con los monjes violadores y con el Coreano con el corte de Pollerapantalòn!.
Se saca la grasa de la parrilla en ciclos. Tu grasa, mi grasa y todas las grasas.
La escritura es un viaje inoportuno y profundo. Innecesario para existir pero inexplicablemente significativo para quien se embarca en ella. Es un barco que no va a ningùn lado. Carga y descarga las mutilaciones de las èpocas, evoca las heroicas misiones de la intimidad, desnuda la miseria y el filo racista y demagogo, envalentona y seduce, mentes y cuerpos, hermosos y espantosos.
Un dìa, hace mucho, deje de caminar la ficciòn. Como quien se mira las primeras barbas y decide comportarse como un hombre.
Los grandes se preocupan por la polìtica y yo soy mayor ya.
La ebulliciòn del nacionalismo brota en mi interior como un manantial natural.
El apasionamiento con el que hemos vivido la ùltima dècada nos ha controvertido. Aquì en Caja de Goma hubo una clara y sentida toma de posiciòn.
Algunos lo señalan como fanatismo. Para otros serà un simple motivo de encasillamiento literario.
Incluso en ocasiones me leo a mi mismo pronunciando aquello de querida presidenta y me pregunto por què la subjetividad maniqueista del autor desprestigia un relato.
La polìtica es una daga que corta el aire.
Los solemnes del càlculo, el anàlisis, la pensativa parsimonia frente a la historia, aquellos apàtridas de la lucidez, distintos a los conservadores de la extrema izquierda con sus fundamentos rìgidos criando dengue en sus mentes o a cualquier ilustrado estudiante de la Uba que con sus libros y sus explicaciones puede hasta el hartazgo avalar su descreimiento con la especie y la conducta polìtica del ser humano.
Muchos han tirado tierra sobre el escritor que un dìa soñè que iba a ser, aquel desesperado frìvolo de la internet que abriò este blog hace 6 años, cuando aùn valìa la pena desconfiar de todos.
Los editores me llaman y me preguntan "Goma, quiero un cuento, pero no esto que estàs escribiendo ahora sobre el kirchnerismo".
Y yo corto el telèfono y miro la ventana del àrbol gigante.
Tendrìa que sacar una pata de la mùsica y la otra del kirchnerismo para ser escritor.
Leer muchos màs libros de los que leì.
¿Y què hacer con este desprecio a vivir en un mundo contado por el periodismo?
¿Y què hacer con la impotencia de la apatìa generalizada de todos mis amigos de capital con sus posiciones amargas y conformistas sobre el cambio y el estado de las cosas?
¿Còmo soportar los embates de la mediocridad de la burguesia argentina con su telescopio transoceànico?
¿Còmo pensar la historia si todo el tiempo permitimos que los mismos agentes realicen las mismas operaciones y controlen a las mismas personas?
Hubo un tiempo que desde los blogs se discutiò con la literatura. Eramos populares. Tener un blog era una forma de conocer gente. Vino Facebook y arrasò con todo.
Conlgomerò todos los slogans posibles que las personas podamos realizar en un sòlo lugar donde desfilan los indignados de la corrupciòn, los seductores solitarios, los evangelistas y los falsos usuarios de cada color.
Un lugar donde movilizar sociedades enteras en contra de sus lìderes nacionalistas.
La muerte de Chàvez y la elecciòn en Venezuela merece un respetuoso anàlisis. Mis editores van a estar enojados. La gente que lee prefiere artistas lavados, que no ensucien sus manos con declaraciones sobre la realidad.
La realidad es una obsesiòn constante que apenas se deshincha con el hielo de la locura.
16.4.13
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