Dicen que hay un camino por el que vas toda tu vida, vos y todos tus familiares, por generaciones enteras, y cada vez tropezàs con la misma piedra.
Lo importante es la piedra. Siempre ahì, para tropezar. Lista.
Los malpensados tienden a advertir que los argentinos constantemente caminamos los mismos caminos.
El camino de la pasiòn, el camino del odio.
Pero claro ¿por dònde volveràs a tu casa esta noche?Cuando llegue la sistitis, ¿No repetiràs el camino al baño? ¿Còmo encontrar ese kiosco atorrante a tientas en la noche exterior de los barrios porteños?
Si habìa adoquines lo màs probable es que hoy la calle de tu barrio luzca moderna y refrescante, como un faro que apunta hacia adelante.
Por algùn motivo la clase media recibe el mayor abanico posible de subsidios, en las ìndoles màs generales, casi como si fueran Cenicientas caprichosas.
Sin embargo prefiere la espiritualidad, el individualismo, el ahorro.
Las piedras abanican las confesiones.
En los 90 nos maravillò el cartel de Hollywood y colgamos un ajo en la cara del presidente.
Dulce o travesura.
Nos pusimos la careta de la sociedad. Cumplimos el sueño de Sarmiento, con el hijo bobo de los ingleses. Con el que se disfraza Petinatto.
Las personas estàn buscando espiritualidad.
Dicen que nace una conciencia nueva. Miles de personas fueron a respirar al Ravi Shankar.
Todo conviene.
Los librepensadores, los nihilistas, los existencialistas, suponemos que tambièn las feministas, todos estamos azorados.
Nos matamos construyendo telarañas de interpretaciones, fabricando lògicas revolucionarias, respondiendo las preguntas de la humanidad, poniendo sobre el tapete la teorìa subsidiario consumista que hace de nuestro capitalismo un capitalismo inteligente, y viene este tipo y congrega y congrega y congrega gente a respirar.
Lo religioso es aquello que acepta lo dado porque es voluntad de lo intangible. De Dios, del destino, de la nada, del amor. Es la fè.
Y las personas quieren despojarse del sufrimiento del mundo. Pasar un buen rato. Respirar...
Como en Caja de Goma vamos siempre por el mismo camino, siempre vemos la misma piedra y con gusto tropezamos queremos elevar una propuesta que, creemos, es de absoluta conveniencia para la resistencia que nos identifica de un lado y del otro.
Queremos formar un frente con lo mejor de los mundos.
La izquierda espiritual. Un lugar donde las personas que se dicen de izquierda puedan probar la tolerancia, la solidaridad, sus ganas de compartir un momento, la sensaciòn, estar de acuerdo.
Un lugar donde un peronista se sienta a gusto y donde no puedan entrar esos peronistas que lo disgustan y lo averguenzan.
Donde aquello que dota de peronismo a una persona; invitar una cerveza, convidar de un porro, cuidar el gato de un amigo, hacer la segunda en el momento en el que la situaciòn lo amerite, tratar de juntar a la gente; tambièn sea una virtud para los adeptos a esta nueva corriente.
La izquierda espiritual. Un modo de diferenciarnos de las generaciones anteriores y de adaparnos a este mundo nuevo, lleno de insatisfacciones, smog y sinsentidos. Un manera de reinterpretarnos como sociedad.
Si estamos todos juntos en esta fiesta, como es posible que aquellas mezquindades de la envidia y la bùsqueda de la visiòn individual nos confunda y nos enfrente.
Las personas solo buscan distenderse.
No bastarà con ser inteligente y poder diferenciarse del pensamiento de la derecha lineal, ni con aceptar las conveniencias de los humanistas y los ecologistas. Aquellos hombres de posiciones duras y dogmàticas deberàn reflexionar profundamente.
Los fenòmenos del mundo nos obligan a actualizarnos. La izquierda es un mutante que tenemos que domar. Para asì adorarlo y en su nombre, luchar todos juntos contra el imperialismo y el dominio de las burguesias.
Contra el capitalismo foràneo.
Entonces la izquierda serà primero el rito, un modo de ser, un estilo de compartir, el mètodo para criar un niño, libre, crìtico, que quiera su tierra, que la defienda, que guste de enseñar al pròjimo, un estilo de vida.
La izquierda espiritual, un momento de reflexiòn.
Para juntarnos.