Cuando estallamos en un mismo grito de gol tuve varias certezas.
La globalizaciòn està hecha: hay miles de porteños gritando goles del fùtbol de España. De la Madre Patria.
El Barcelona y Messi son experiencias superadoras, donde la belleza derrota a la tristeza, donde las armas de la paz (el toque, la pared, la persistencia) superan a las de la tristeza (la especulaciòn, el vacìo, el empate).
Los argentinos amamos a Messi, nos juntamos a amarlo, lo amamos tanto que ya podemos llenar Palermo y Belgrano de gente que lo odia y lo critica y hasta sufre cuando el niño toma el balòn y dibuja poemas en el pasto.
Cuànta inverosimilitud.
De esto hace una semana ya, por lo menos. Ahora los yanquis dicen que es el rey del mundo y que acà no lo queremos. Tambièn me han afanado un montòn de archivos que tenìa guardados en Megaupload. ¿Acaso el FBI me devolverà mis programas de radio?
A mi me parece bien que la gente se junte. A ver a Messi, a escribir una Carta Abierta, a sembrar una Plataforma de acero inoxidable, a dejar el escabio. Cada loco con su tema.
A veces parece que los que se juntan a discutir sobre polìtica sienten que el mundo no se puede cambiar, pero actùan como si fueran a cambiarlo.
Supongo que a un antiperonista promedio le debe pasar lo mismo.
Los mùsicos juzgan a sus colegas por lo que hicieron y a sì mismos por sus proyectos.
La verdad es como Messì, se defiende sola.