22 escuelas tomadas.
Pobre Mauricio, pobre Anibal y pobre Telerman.
Todos vìctimas de las idas y vueltas de los porteños.
Gente extraña, gente extrañada.
Ni los chicos del Pachamamma, ni Simòn ni Arbit, ni los pibes de la FLIA.
Ni las bandas de rock, ni Onda Vargas ni los Tipitos.
Mucho menos los directores consagrados del teatro porteño, afiliados de por vida a cualquier expresiòn burguesa de la polìtica. Sabemos que sin el estado no existe el teatro.
Ni los futbolistas ni el Diego.
La resistencia a este modelo de asquerosidad mediocrizante y europeista de la vida porteña la estan sosteniendo los adolescentes, los que escuchan a la Vela Puerca y Las Pastillas del Abuelo.
Los que se juntaban en el Abasto a tirarle botellas a los emos.
Esta vez, los polèmicos cambios de humor de la clase media no necesita grandes banderas.
No necesita 200 pibes muertos, no necesita al Campo Argentino de Pie y al Pueblo Unido, no necesita defender los valores de la familia ni pregonar en nombre del amor ninguna pelotudez como la posibilidad de acceder a los privilegios de la burguesìa, una buena jubilaciòn y un colchòn legal para la muerte de nuestra pareja, nuestro trolo amado o nuestra querida lesbiana.
La clase media destruyò la familia, la convirtiò en un contrato que se hace y se deshace.
El amor y el matrimonio, son cosas distintas.
Por algo, la ùnica oposiciòn al matrimonio igualitario provino de las clases altas y las clases bajas.
La clase media ya ni sabe lo que es una familia asi que fueron y se casaron.
Un abrazo a todos los chicos que toman las escuelas.
No se dejen manipular por los troskos ni por sus madres conservadoras.
El macrismo fue un buen empujòn para las nuevas generaciones.
Un salto al vacìo.