Con el sol arriba, los vi pasar temprano, enfundados en esa bolsa de papas tìpica de franciscanos y de Sean Connerys, con una sonrisa afable y buena predisposiciòn (si les preguntabas por una calle, oh, se detenian pacientes a explicarte y a contarte por que se llama como se llama y siempre a decirte que lo mismo no es lo mismo).
Se mantenìan en aquellos tiempos viejos, cuando yo sòlo era un niño y me enteraba de todo esto por las Am que llegaban hasta mi pueblo perdido entre cruces de ruta y estancias con el suelo firme, acerca de la pobreza de Dios, de cuan pobre debìa de ser nuestra Santa Iglesia, de la revindicaciòn de la pobreza y los otros decìan que para llegar a Dios se puede llegar desde lo màs simple hasta lo màs ostentoso y no se si me entendès, pero no hace falta no tener plata para ser probo.
La Santa Iglesia tambièn mataba en nombre de Dios a todos los garcas que en nombre de Dios hacìan cosas de garcas.
Cuando dormì la siesta soñè que el comunismo de Stalin y el capitalismo yanqui nos llevaba a la guerra y me acordè del disco de Spinetta que tiene nombre de poeta.
Aparecìa Sean Connery para susurrarme, como si yo fuera Adso de Melk, "la joda es que se toman todo para la chacota, las ideas y las leyes versus la pràctica"
Me levantè deseoso de Nesquik.
Goloso.
En internet y en los quioscos de diarios, discutìan cuan probos eran nuestros dirigentes. Por suerte al lado vendìan medialunas y pude evadir las inclemencias de mi època.
A la noche, cuando todos dormian, imaginè cuan linda se verìa la cara de la vida si solo la pudieramos ver con nuestros ojos. Si grande como soy ahora, pasadas tantas horas de vida, podrè atestiguar una simplificaciòn moral del entorno.
Y la cara que era tan linda se giraba en ciclos donde a veces la violencia y la ritualizaciòn de los circos no se entrechocaban con seriedad; porque lo mismo no es lo mismo y sin embargo no se nota nunca. Siempre sonreìa, como un rostro enamorandose por vez primera.